Cabo Cañaveral, 1969. Varias décadas antes de que Pedro Duque fuese laureado como el primer español que viajó por el espacio, dos compatriotas suyos fueron lanzados al espacio en busca de nuevos planetas dónde bailar el twist, montar guateques o presumir de modelos exclusivos, a cual más sofisticado.
Por desgracia, una vez en órbita nuestros astronautas del kitsch optaron por hacer caso omiso a las instrucciones de sus superiores, y se pasaron todo el viaje poniendo a todo trapo sus singles de Mina, Conchita, Gelu y Karina, bailando como locos e ignorando por completo los controles de la nave. Sabido ésto, a nadie extrañará que tardasen casi treinta años en cumplir una misión que en condiciones normales no se habría prolongado por más de una semana. La NASA y la opinión pública les dieron por perdidos y nunca más se supo.
Hasta que un día de 1998 el cohete plateado aterrizó en la piel de toro, con nuestros héroes dentro en perfecto estado, o casi. Sus primeras declaraciones a los medios sorprendieron a todo el planeta: "Queremos montar un grupo pop". Quizás no parecía una decisión muy cuerda, pero después de pasarse años y paños dando vueltas por la galaxia tampoco había que esperar algo muy sensato de ellos.
A la hora de componer, CYBER YE-YE parten de los dorados 60. Claro que han pasado tanto tiempo alejados del devernir del pop en estos últimos años, que poco más les interesa. Pero para no quedar como unos antiguos le dedican el tema principal de este disco a la red de redes, uno de los adelantos que más sorprendieron a nuestros cibernautas una vez de vuelta a la tierra. De hecho, ni os molestéis en llamarles, porque siempre comunican: si no están navegando, están de cháchara y petardeando a todas horas.
"El teléfono corté", una versión de su adorada Françoise Hardy, más un saludo de bienvenida a todos sus futuros fans ("Fan Da-Da") completan este disco volador a cuarenta y cinco revoluciones que encantará a todos los fans del pop cibernético más trash, glam, petardo y divertido. ¡A bailar con CYBER YE-YE!